Obras Morales y de Costumbres X by Mestrio Plutarco

Obras Morales y de Costumbres X by Mestrio Plutarco

autor:Mestrio Plutarco [Plutarco, Mestrio]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 0120-01-01T00:00:00+00:00


LA INCONVENIENCIA DE CONTRAER DEUDAS

1. Platón prohíbe en las Leyes que un vecino se abastezca 827Edel agua de otro a menos que haya realizado una perforación en su finca hasta la capa de tierra llamada arcillosa y haya descubierto que carece de acuífero; pues la tierra arcillosa, debido a su naturaleza grasa y compacta, retiene la humedad que le llega y no la deja pasar. Prescribe, en cambio, que quienes no puedan conseguir agua propia, se abastezcan de la de otro, pues la ley debe remediar la necesidad[1]. ¿No debería, entonces, haber también una ley sobre el Fdinero que prohibiera a la gente tomarlo prestado de otros y acudir a manantiales ajenos sin haber comprobado antes en casa los recursos propios y haber reunido, como si lo hicieran gota a gota, lo útil y necesario para ellos? Pero, en lugar de eso, por lujo, molicie u ostentación, no sacan partido de los bienes que poseen y, sin necesitarlo, piden préstamos a un elevado interés. Buena prueba de ello es que a los pobres no les prestan, sino a los que desean procurarse alguna clase de bienestar. Y uno presenta un testigo y un avalista cuando pide, puesto que tiene bienes, obtener crédito, aunque no debería pedir un préstamo puesto que tiene bienes.

2. ¿Por qué haces la corte a un banquero o a un hombre 828Ade negocios? Toma un préstamo de tu propia mesa[2]. Tienes copas, platos, fuentes de plata: supedítalos a tus necesidades. En su lugar, adornarán tu mesa la bella Áulide o Ténedos[3] con su vajilla de cerámica, que es más limpia que la de plata: no tiene el olor pesado y repugnante de los intereses que ensucian la ostentación como si cada día le añadieran una capa de orín. Tampoco te recordará las calendas ni la luna nueva, día que los usureros hacen, a pesar de ser el más sagrado de todos, maldito y odioso[4]. Pues a quienes empeñan sus bienes en lugar de venderlos, ni siquiera el dios BProtector de la propiedad[5] podría salvarlos. Se avergüenzan de aceptar un precio, no se avergüenzan de pagar intereses de sus propios bienes. Y sin embargo, el célebre Pericles mandó que hicieran desmontable el ornamento de la diosa, que pesaba cuarenta talentos de oro puro. «Para que podamos emplearlo, dijo, en la financiación de la guerra y luego restituirlo en la misma cantidad»[6]. Nosotros igualmente, como si estuviéramos asediados, cuando nos encontramos en la necesidad no debemos acoger una guarnición de un usurero, un enemigo, ni resignarnos a ver nuestras propiedades sometidas a esclavitud. Por el contrario, eliminemos lo que no es útil de la mesa, la cama, los carruajes, el género de vida, y preservemos nuestra libertad con la confianza de que lo restituiremos si nos favorece la suerte.

3. Las romanas entregaron como ofrenda a Apolo Pitio Clas alhajas con las que se fabricó la crátera de oro que fue enviada a Delfos[7]; y las cartaginesas se afeitaron la cabeza y ofrecieron sus cabellos para tensar las máquinas y los instrumentos en defensa de su patria[8].



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